El rendimiento de un futbolista, a pesar del escepticismo
existente al respecto, depende de una serie de condicionantes. Es un sumatorio
de elementos en el que tienen cabida cuestiones psicológicas y emotivas, entre
otras. Tener la autoestima a niveles muy altos se traduce en máximo nivel. Un
claro ejemplo, Diego Costa.
Todos los clubes de fútbol fijan unos objetivos que el
profesional del fútbol debe aceptar y dar todo a fin de conseguirlos. Además,
debe competir a máximo nivel diariamente para alcanzar las prestaciones que el
entrenador exige a sus jugadores. Diego Costa, tras la salida de Falcao al
Mónaco, interpretó que las metas marcadas por el Atlético de Madrid iban a
depender de su rendimiento. El “Cholo” Simeone lo exprimió, lo recalcó como pieza
indispensable y Diego Costa respondió con creces.
El fichaje de David Villa no dejó en segundo plano a Diego
Costa. Todo lo contrario, se entienden a la perfección, pero brilla más Diego
Costa. La creación de ambientes hostiles sobre Diego Costa en todos los campos
de España se ha convertido en rutina. Por su carácter, ello supone un plus.
Todas las miradas van hacia él, y ahí D.Costa se crece: presiona, va con todo,
disputa con agresividad los balones divididos y manda callar al rival en la
celebración de los goles.
El éxito en el fútbol es muy complicado. Unos se caen en el
intento, otros a se quedan a medias y sólo los elegidos llegan a conseguirlo. Varios son
los casos de frustración y ansiedad que ejercen de límites para el futbolista.
La confianza y la autoestima se erigen como percepciones y sentimientos clave para
alcanzar el máximo rendimiento.
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