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martes, 29 de octubre de 2013

Las dudas de Carlo

Dispuesto a olvidar al portugués José Mourinho, Florentino Pérez fijó sus ojos en el italiano Carlo Ancelotti. Se podría decir que Ancelotti es la antítesisis perfecta de Mourinho. Ancelotti es cauto, Mourinho provocador. Ancelotti es comedido, Mourinho polémico. Ancelotti apuesta por un juego vistoso, Mourinho... bueno, Mourinho es Mourinho. Carlo tiene esa elegancia que solo los italianos saben tener y Mourinho... bueno, Mourinho es Mourinho, un torbellino que arrasa con todo lo que le rodea. Carlo aterrizó en Madrid con la promesa de traer un edén futbolístico al Santiago Bernabéu. A finales de octubre, Carlo no sabe aún cómo quiere jugar, ni a qué quiere jugar y ni siquiera con quién quiere jugar. Y lo más importante de todo para un club como el Real Madrid: no siempre gana. Carlo duda, Florentino tiembla.

La idea parecía bien clara a finales de junio. Se quería un juego vistoso, y se veía en Carlo Ancelotti a la persona adecuada para desarrollar ese estilo de juego. Los fichajes parecían coherentes con lo que se pensaba hacer en el terreno de juego (algo que no siempre ocurre en el Real Madrid). Llegaron Carvajal, Isco e Illarramendi, todos ellos con un perfil similar: jugadores jóvenes, españoles, ideales para un fútbol de control y además se acababan de proclamar de una forma muy brillante campeones de Europa sub-21. A estas altas habría que añadirle el ascenso de Jesé Rodríguez a la plantilla del primer equipo procedente del Castilla. Y Casemiro, la sorpresa de la pretemporada, un mediocentro muy joven que prometía mucho hace un par de años pero que había entrado en un cierto declive, motivo que propició que el Real Madrid lo fichara por un precio muy asequible. El rendimiento que dio en la pretemporada parecía presagiar su resurrección cual ave Fénix. Parecía que por fin había un proyecto, un estilo y los jugadores adecuados para desarrollarlo.

Pero entonces apareció el mayor problema que sufre este Real Madrid desde la llegada a la presidencia de Florentino Pérez allá por el año 2000. La vanidad, el pecado favorito de Florentino Pérez. Incapaz de resistirse a dejar pasar el golpe mediático dado por el FC Barcelona con el fichaje de Neymar, Florentino se encontraba en el último día del mercado de fichajes y debía dar un golpe de efecto. El elegido: Gareth Bale. El futbolista galés debía ser jugador del Real Madrid costara lo que costara. Y así se hizo. 91 millones de euros para unos, 101 para otros. Hablamos de cualquier manera de uno de las tres transferencias más caros de la historia del fútbol. Con el agravante de la salida del club blanco de Mesut Özil.

¿Es tan bueno Gareth Bale? No seré yo quien diga que no, pero conviene tener en cuenta una serie de datos: Gareth Bale se desenvuelve en la posición de extremo izquierdo (donde el Real Madrid tiene a Cristiano Ronaldo, para muchos el mejor jugador del mundo), hasta no hace más de dos años jugaba como lateral izquierdo, nunca a pasado de cuartos de final en la Champions League, nunca ha sido máximo goleador de la Premier League, nunca ha ganado la Bota de Oro, nunca ha sido un candidato serio al Balón de Oro, es propenso a ciertas lesiones y su equipo nunca ha ganado un solo título en su etapa como titular. Además es británico, y conviene recordar que ni un solo futbolista procedente de las islas británicas ha triunfado nunca en el fútbol español. A todo esto, Gareth Bale es un jugador con una velocidad endiablada, potencia, gran capacidad de tiro, etc. En definitiva un gran futbolista para jugar a la contra. Pero...¿Ancelotti no iba a jugar a controlar los partidos?.

Sin Özil y con Gareth Bale, Ancelotti se encuentra con el equipo perfecto para jugar al estilo de ¿Mourinho?. Carlo intenta seguir adelante con sus ideas a pesar de que se queda en plantilla con un solo mediapunta creativo (Isco) y con tres galgos en las bandas (Cristiano Ronaldo, Di María y Bale). Pero todo cambia a raíz del partido de Champions League frente al Galatasaray. El Real Madrid se adelanta a la media hora de juego y el Galatasaray se vuelca al ataque, cosa que es aprovechada por el Real Madrid que a la contra le endosa al equipo turco un sonoro 1-6. Desde entonces surge la idea en todos los medios de comunicación de que el Real Madrid tiene que jugar a la contra. Y Ancelotti cede a la presión.

Es así como nos encontramos con el FC Barcelona-Real Madrid del pasado fin de semana. Ancelotti decide plantear un once titular fiándolo todo en defender durante todo el partido (Sergio Ramos juega como mediocentro defensivo, de forma que no hay un solo jugador capaz de controlar el ritmo) y jugárselo a las contras (Bale, Di María y Cristiano). El resultado es desastroso.  A pesar de que el Barcelona se encuentra muy lejos de su nivel de excelencia futbolística, el Real Madrid perdió el partido. Y lo que es aún peor, dio la sensación de no saber ni cómo quiere jugar, ni a qué quiere jugar, ni con quién quiere jugar. Y lo más importante de todo para un club como el Real Madrid: no siempre gana. Carlo duda, Florentino tiembla.

viernes, 25 de octubre de 2013

¿Rendimiento o tradición?

El debate iniciado por José Mourinho, que alineó como titular a Adán en La Rosaleda la anterior temporada, se prolonga hasta el presente. Dos porteros, dos candidatos: Diego López e Iker Casillas. Un único puesto.  

Diego López se erige como héroe semana tras semana, a pesar del escepticismo que rodeó su vuelta al Real Madrid. El rendimiento es el baremo que debe delimitar y otorgar la titularidad. El futbolista que mayor pico de forma posea, por el bien de la colectividad, partirá de inicio. En este sentido, el portero gallego es una garantía. Además, el estado de motivación, la confianza de Carlo Ancelotti  y el nivel de autoestima proyectan un escenario ventajoso para la titularidad de Diego López.

Iker Casillas, el otro postor. Es el emblema del Real Madrid. Casillas demostró en la Copa Confederaciones que no se encuentra al nivel de antaño. La falta de continuidad y, sobre todo, de confianza suponen un lastre en el fútbol, aún más en un puesto de tanta responsabilidad como es el de portero. El silencio durante la “era Mou” y la incertidumbre sobre su futuro jugaron en su contra. Ancelotti se pronunció. Dio la titularidad en Liga a Diego López. Fue tajante. 

El deporte es competición. La especulación no tiene cabida. Cualquier tropiezo, por insignificante que parezca, puede costar el campeonato. No valen pretextos. Jugar con lo mejor es la premisa. Y Diego López, hasta el momento, es el elegido.

martes, 22 de octubre de 2013

La magia del fútbol

Hoy es domingo de fútbol, y como cada domingo de fútbol, ya se siente ese nerviosismo especial que posee a mi padre las horas previas al partido. “Niños, coged los abrigos que en el estadio siempre hace frío”. Esa frase parece automatizada, pues no falta el día en el que después de ducharme la pronuncie dirigiéndose hacia mí y mi hermano pequeño. Echo de menos ese nerviosismo positivo y ese entusiasmo para otros ámbitos y eventos de la vida. Desde realizar un buen trabajo periodístico hasta cocinar ternera con arroz, la sociedad se podría beneficiar en masa de esta predisposición que mi padre, al igual que muchos de nosotros, empleamos en animar a nuestros equipos.

Ya estamos listos para el partido y, antes de entrar en carretera, llegamos a la gasolinera. Mi padre se baja del coche para repostar y comprar esos chicles de sabor tan intenso. “Papá, estos chicles pican mucho” le dice mi hermano mientras pestañea fuertemente, como intentando calmar en su lengua el picor que los extractos de menta proporcionan al chicle. A mí tampoco me gustan mucho, pero igualmente los mastico. Ya con el depósito lleno y antes de arrancar el motor del vehículo mi padre enciende la radio. Siempre me he preguntado si esos señores que hacen el carrusel de partidos realmente están trabajando y  si cobran por ello, pues lejos de ser una tarea ardua y costosa, no escatiman en chistes y gracias que proporciona al oyente un aura de reunión de amigos. Datos previos al partido, análisis, opinión, todo esto nos engatusa y casi sin poder apartar el oído de la radio, me pregunto el porqué esa capacidad de concentración no surge en los momentos más necesitados. Por ejemplo, mi hermano es capaz de recordar y citar la clasificación y prácticamente todas las alineaciones de los equipos de la primera división española, pero no es capaz de aprenderse unos pocos verbos irregulares en inglés que en el instituto le enseñan.

Sentados en el estadio nos percatamos de que justo debajo nuestra se encuentra al que yo y mis amigos llamamos “el loco”. Nos hace mucha gracia, pues el hombre parece ser afectado por el síndrome de Tourette, y más que a disfrutar del fútbol, se dedica a insultar a todo juez de línea o jugador rival que ronde la zona de alcance de sus gritos, que a juzgar por su torrente de voz, debe ser muy amplia. Mi sabio padre me comenta que su comportamiento resulta inapropiado, pues es de muy mal ejemplo para los muchos niños que acuden a los estadios para disfrutar y no sufrir a individuos como “el loco”. Yo, en cambio, temo al pensar qué pasaría si no hubiera valla protectora y si los afectados por los gritos no hicieran caso omiso a los insultos de este y otros muchos individuos que rondan por los campos de fútbol.

Hoy hemos tenido suerte y hemos ganado en los últimos instantes, y ya saliendo del estadio me encuentro con un viejo amigo que hacía tiempo que no veía. “¡Qué pasa Conejo, qué alegría de verte!” le dije nada más verlo. Él me contestó que desde el instituto nadie le llamaba así y que estaba “que no cabía en el pellejo” por la victoria de hoy. No era capaz de borrar de su cara esa sonrisa. No me pareció extraño hasta que le pregunté por su situación actual. Había tenido que dejar los estudios, pues la mala situación económica casi le obligaba, y encima había terminado con su novia hace escasamente unas semanas. Entonces me di cuenta de la magia de este deporte, que es capaz de alegrar hasta los corazones más tristes y de parar nuestras vidas durante, al menos, 90 minutos.